Aunque muchos predicadores hoy se enfocan desmedidamente en el consuelo al punto de crear en el oyente un sentido de conmiseración de enfocar todo el dolor en su propia persona, Thomas Brooks aprovecha esta situación para alentar al cristiano recordándole que quien merece la gloria es Cristo. Es decir, que aunque el cristiano es quien sufre, esto debe reenfocarse en dar gloria a Cristo, y en saber que existen razones legítimas e ilegítimas de sufrir. Y no solamente provee un consuelo, sino que invita al sufrimiento. Sí, al sufrimiento, pero al sufrimiento que la Palabra mismo nos exhorta a vivir, un dolor que proviene de hacer la voluntad de Nuestro Señor y Salvador.