Importantes sectores de la Iglesia cristiana en el siglo XXI se han visto influenciados por el pragmatismo feroz característico de nuestra sociedad postmoderna, que deja poco hueco a las reflexiones existenciales, y se han lanzado de lleno a la predicación de un mensaje «light», un evangelismo de pantalla, más centrado en la experiencia espiritual impactante que en los fundamentos teológicos de la Palabra; como diría Martín Lutero, más basado en la teología de la gloria que en la teología de la cruz.