Josefo concluye la primera parte de su recopilación histórica sobre el pueblo judío en Antigüedades de los Judíos, diciendo:
«Aquí pondré fin a mis Antigüedades judías, que comprenden veinte libros y sesenta mil líneas. Si dios lo permite, referiré de nuevo, resumidamente, la guerra y lo que nos ha ocurrido hasta el momento presente, esto es, hasta el año decimotercero del reino del emperador Domiciano, que es el quincuagésimo sexto de mi vida»
Efectivamente, Dios lo permitió. Y Josefo escribió siete libros más contando las Guerras de los Judíos, que enlazan con sus Antigüedades, –Alejandro, Aristóbulo e Hircano–, y describen con toda riqueza de detalles las luchas de los judíos con los romanos, y de manera especial el sitio y destrucción de la ciudad de Jerusalén. Aunque los historiadores modernos consideran que Guerras fue en realidad la primera obra de Josefo, escrita antes que Antigüedades, alrededor del año 75, y que este párrafo final de Antigüedades es tan solo un truco literario de Josefo para enlazar cronológicamente una obra con la otra.
Guerras de los Judíos, escrita probablemente en arameo, que era la lengua nativa de Josefo y traducida posteriormente al griego para entregar al general y emperador romano Vespasiano, es un libro indispensable para entender el entorno social y político de Israel en la época de Cristo: el alto sacerdocio surgido en los años que antecedieron a la venida de Cristo y su relación con las sectas emergentes en Israel: Fariseos, los Saduceos, Zelotes; para discernir la compleja personalidad de Herodes y sus numerosas crueldades en relación a hechos significativos registrados en el Nuevo Testamento, como la matanza de niños de Belén registrada en Mateo 2:13-23 aunque Josefo no hace mención directa a este hecho en concreto; y comprender el papel y actuación de Poncio Pilatos.
Y es además la única fuente histórica de que disponemos sobre el sitio de Jerusalén y destrucción del templo profetizada por Jesús y posterior diáspora del pueblo judío a partir del año 70, algo esencial para entender con propiedad la expansión del cristianismo primitivo.