Cada día se libra una batalla en nuestro interior por el dominio de nuestra mente. Dios quiere que le amemos con todo nuestro corazón, alma, fuerza y mente, mientras que Satanás quiere nuestra mente porque sabe que si la conquista, habrá conquistado nuestro estilo de vida. Este tira y afloja afecta cómo percibimos el mundo que nos rodea, nuestro ministerio, nuestra salud mental, nuestras relaciones y, lo que es más importante, nuestra relación con Dios