Setenta veces siete. Perdónense los unos a los otros. Vuelva la otra mejilla. Perdone como el Señor lo perdonó.
Podemos echar fuera estas frases de nuestra mente como si fueran viejos clichés, o darlos como aspirina a otros que están luchando con agravios legítimos de otra persona. Pero el perdón no es un concepto superficial. Dios lo toma en serio. Tan en serio que El no nos ha dado una opción en cuanto al perdón. La obediencia a su Palabra es esencial. Donde hay perdón, hay un corazón que Dios ha tocado y una vida que Él puede bendecir.