Este libro, antología de cánticos para beneficio del pueblo de Dios, comienza y acaba con una nota engañosamente sencilla. En el primero de los Salmos, los buenos prosperan y los malvados perecen – y todo parece resolverse en la forma adecuada. El último de ellos marca, de hecho, la pauta a seguir: ‘Alabad al Señor’ – porque todo va a ir bien. Michael Wilcock se hace eco, en cambio, del lector que se cuestiona, perplejo, pero ¿eso es verdaderamente así?»