Los avances de la tecnología médica han traído consigo una hueste de nuevos de nuevos desafíos éticos para la fe cristiana, hoy mejor conocidos como bioética. Sin embargo, pese a este progreso, la responsabilidad médica por los seres humanos no cambia. Sigue en pie porque existe un imperativo moral en la conciencia de todo médico, el cual debe reconocer que su dignidad y vocación le han sido dadas por el Creador de la vida. Y, además, ¡dará cuentas ante Dios por su importante oficio!
La actual deshumanización de la medicina, tanto del lado científico como político y social, es producto del olvido de la cosmovisión bíblica y cristiana. Quienes han estudiado el arte de curar enfermos y proporcionarles las nuevas esperanzas de vida por medio de las ciencias médicas, requieren con urgencia comprender que este es uno de los grandes propósitos de la providencia de Dios para con la humanidad.
El Señor ha dado esta sabiduría a algunos hombres y mujeres a fin de ayudar a los que gimen y sufren por causa de sus enfermedades. Pero nuestra maravillosa esperanza consiste en la victoria escatológica y definitiva de Cristo sobre el pecado, la muerte y toda enfermedad. Según las Sagradas Escrituras, algún día su victoria será nuestra por completo y para siempre, ¡cuando el Señor mismo transformará nuestros cuerpos mortales y los hará semejantes al cuerpo de su gloria!